Las economías regionales, principalmente agrícolas y agroindustriales, continúan complicadas, y no es por precios bajos, sino principalmente por costos altos. Para saber qué opciones de política económica existen (y saber si son viables), es conveniente previamente tener la dimensión de la distorsión de esos costos elevados.
Comencemos con la dinámica de los precios de exportación. De los distintos productos que se exportan desde nuestro país, tomaremos algunos bastante representativos y los agruparemos en dos categorías: pampeanos (soja, aceite de soja, trigo y maíz) y no pampeanos (vinos, frutas frescas, azúcar, aceite de limón, productos olivícolas, ajos y ciruelas secas).
En los últimos dieciséis años, hubo una diferencia en la dinámica de sus precios promedios. El de los productos pampeanos tuvo un espectacular incremento en 2007, y con algunas caídas, se mantuvo alto hasta 2014, cayendo luego fuertemente. Es el movimiento general que han seguido las commodities.
En cambio, el precio promedio de los productos no pampeanos fue relativamente más estable. No se beneficiaron con aquel espectacular aumento de precios de commodities, pero tampoco sufrieron la abrupta caída posterior.
Por eso, el problema regional no se halla en los precios. Entonces nos concentramos en los costos, en dólares. Tomaremos en cuenta tres costos. Los salariales, especialmente los de la industria alimenticia, el gasoil y la inflación en general (que representa a la globalidad de los otros costos).
Tomando como base el año 2006, en el transcurso de unos diez años, los precios promedio de los productos no pampeanos han aumentado un 50% en dólares, que no es poco. En cambio, los costos salariales lo han hecho al 130% en dicha moneda, y el precio del gasoil a un ritmo similar.
Ante esta problemática, ¿qué se puede hacer? A continuación, se plantearán las estrategias posibles a seguir.
Obviamente, es imposible pedir mayores precios en dólares, dada la gran competencia mundial. Pero se puede lograr mayores precios si se mejora el producto (calidad, presentación, etc.). Podría darse en el caso de los vinos, pero difícilmente lo sea en aceite de limón (que se vende a granel). Toda esa movida implica un costo adicional (promociones, mejoras tecnológicas, etc.), con beneficios inciertos. También se puede lograr a través de acceso menos costoso a mercados externos. Hay todo un trabajo para hacer en materia de acuerdos comerciales para reducir aranceles de entrada (UE, China, etc.) y en otros puntos.
Otra opción es reducir los costos unitarios a través de una mayor productividad. Haciendo números muy globales, para estar en una situación similar a la de hace diez años, la productividad en general debiera aumentar un 50%, que no es poco. A favor, se debe reconocer que hubo muchos años de ineficiencia, lo cual da un buen margen para mejorar.
La tercera alternativa está en reducir los distintos costos, impuestos, salariales, portuarios, logística, etc. Sabemos que los gobiernos están en una situación fiscal deficitaria, que les reduce el margen de maniobra para reducir varios de esos costos, pero el Norte (de las decisiones) debería apuntar en dicha dirección. Un buen indicio sería contar con un cronograma de reducción paulatina de los tributos más distorsivos.
Por último, existe la opción de lograr una reducción generalizada de los costos en dólares a través de un mayor valor de esa divisa. Haciendo unos primeros números, para estar en una situación similar a la de diez años atrás, el dólar debiera estar en $ 24 (a la fecha de hoy), sin que haya traslado de la devaluación a los precios. Suena mucho y difícilmente se pueda lograr en el actual contexto. Hay una importante entrada de divisas al país, en especial debido al endeudamiento del gobierno, por lo cual los pronósticos apuntan a un dólar que vaya incrementándose lentamente (al menos en el corto plazo).
Sintetizando, en el corto plazo las perspectivas para las economías regionales, especialmente no pampeanas, no son muy optimistas, puesto que acorde a los pronósticos macroeconómicos, se mantendrá la situación de los altos costos argentinos en dólares. El proceso de disminuir dichos costos será lento. Al menos, un objetivo del gobierno nacional sería evitar que sigan aumentando. Más ambicioso y fructífero sería lograr reducir los costos, especialmente en impuestos y en regulaciones.
Fuente: El Cronista
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